Detalles

Título: Detalles

Advertencias: Fiction K

PairingSterek



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Derek no era muy de darle sorpresas. En lo que llevaban saliendo juntos, apenas si había tenido un par de detalles con él. No es que no fuera cariñoso, al revés, lo era, y mucho, aunque a su manera. Su manera era sonreírle muy de cuando en cuando, hacerle gestos de cariño delante del resto de la manada, pedirle su pizza favorita sin avisar...
Para sus amigos, aquello era poca cosa, y le decían que Derek no merecía a alguien como Stiles, pero el castaño, a pesar de que era puro nervio y muy pegado a la gente a la que quería, tampoco era mucho de querer regalos. Le molestaban los comentarios de Malia y Kira cuando se quejaban de que Derek era poco detallista con él, porque lo metían en el mismo saco que ellas, y Stiles no era ninguna mujer.

Que sí, que le encantaba recibir, eso era un secreto a voces, y él mismo estaba contento de admitirlo, pero joder, ¿desde cuándo un gay pasivo era equivalente a ser mujer? No iba a dedicarse a partir de ahora a pintarse las uñas y a llevar tacones, y a ponerse hecho una furia porque su novio no le prestara atención.
Sólo contaban lo poco detallista que era Derek, mientras que él era igual o peor. Al menos el moreno recogía su ropa sucia y la ponía en el cesto. Si por Stiles fuera, vivirían ambos en la inmundicia.

Los detalles no sólo contaban como obsequios o una cena romántica, se demostraban en el día a día, y Stiles fallaba estrepitosamente en esos, y también en los otros, aunque de eso no se enteraba el resto de la manada, sólo se dejaban guiar por el mal humor de Derek, creyendo que lo extrapolaba a su relación con el castaño, cuando éste nunca se había quejado por ello.

Aquella tarde, el moreno estaba algo alicaído, ya que había llegado a sus oídos los rumores de aquello, de que no era detallista con Stiles, y le hirió el hecho de que su novio fuera capaz de contárselo al resto de la manada y no a él, cuando se suponía que no había secretos entre ellos.
Consideraba que efectivamente, no hacía todo lo que Stiles se merecía, ya que sabía que su comportamiento desagradable no era fácil de sobrellevar. Y sin embargo, creía que lo que hacía era bastante, o al menos todo lo que estaba en su mano. Porque darle más sería entregarle hasta su propia vida, y no consideraba que morir en los brazos de Stiles fuera demasiado agradable para el castaño.

Y sin embargo, después del Nogitsune, Derek se mantenía en vilo por la noche para absorber el dolor que sentía el alma de su amado, intentando que las pesadillas se fueran y dejaran de torturarlo. Porque Stiles bastante tenía con sentirse culpable por la muerte de Allison estando despierto como para que continuara la tortura en sus sueños.
Se cercioraba tanto de que Stiles estuviera bien, que sabía lo despistado que el castaño era, por lo que él mismo se dedicaba a comprobar el aceite y el nivel de gasolina del jeep, sin querer pensar en que un día aquel saco de chatarra pudiera acabar con lo que más quería.
Le dejaba un vaso de agua en la mesita de noche, sabiendo que el castaño podría despertarse sediento y quería evitar que se tuviera que desvelar yendo hasta la cocina. Derek no sería detallista hablando de obsequios, pero se dejaba el alma cuidándolo. Y aquello era algo que Stiles no ignoraba, sabía lo que hacía Derek por él, pero también conocía a su novio, y que en el momento de verse descubierto, el moreno se sentiría incómodo realizándolo.

Así que seguía torturándose por no ser lo bastante cuidadoso con el hombre lobo, que se dejaba la piel a cada instante, y no hacía nada por callar a sus amigas, que lo criticaban sin saber de qué hablaban.
Stiles llegó del instituto con una sonrisa, dejando su mochila y los zapatos de cualquier manera en la entrada del loft, y acercándose a su novio para saludarlo con un buen beso. Las horas sin él eran aburridas, y el tenerlo cerca le hacía feliz a una manera que nadie podía imaginarse. Sus cejas fruncidas similares a dos orugas enfadadas eran su debilidad.
Por eso cuando lo vio tan triste, algo dentro se le agarrotó. Fue junto a él y lo miró sin saber qué decir.

—¿Derek? —preguntó con miedo el castaño. Luego se palmeó la frente totalmente por no poner bien los zapatos y la mochila al llegar, ya que su novio siempre lo regañaba por aquello—. ¿Estás bien? ¿Quieres... quieres que recoja los zapatos? Siento haberlos dejado así otra vez...
—No es eso, Stiles —murmuró el moreno levantando la vista, atravesándolo con sus ojos color esmeralda—. ¿Por qué no me dijiste que me considerabas poco detallista?

Se quedó de piedra, ya que creía que había ahogado aquellos rumores, y sin embargo habían acrecentado el volumen tanto que había llegado a oídos de Derek, el cual en aquel momento tenía los ojos cargados de dolor.

—Cariño no... no pienso así, de verdad —musitó sentándose a su lado.
—¿Entonces? ¿Por qué la manada no deja de hablar de eso? —Mataría a todos los miembros de la manada por haberle hecho entristecerse, cuando el moreno merecía estar sonriendo todo el tiempo -o sólo el tiempo que estaba con él, ya que su risa estaba reservada para el castaño-, o al menos no tan triste como estaba en aquel instante.
—La manada sólo ve lo que quiere ver —empezó a decir el castaño notando un nudo en la garganta, fruto de la culpabilidad que le ahogaba por ver a Derek así—. Se creen que necesito detalles constantemente, Derek, pero sabes perfectamente que no soy así. Los regalos me dan igual, me gusta más acurrucarme en el sillón contigo que recibir un regalo tuyo, pero esas cosas ellos no lo ven, y se creen que nunca tienes bonitos gestos conmigo... y tú te desvives por mí, y odio que digan eso, pero porque no ven cómo eres en realidad...

Le acarició el pelo con cariño, acunando su cabeza en su hombro como si fuera un niño pequeño, suspirando y depositándole un beso en la cabeza y suspirando. Se mantuvieron así un rato, Derek escuchando los latidos del corazón de Stiles y sintiéndose enseguida más relajado.

—De todas formas, me lo creí de pleno —murmuró Derek levantando la vista con una triste sonrisa—. Y bueno... tengo una sorpresa para ti, espero que no te moleste que te haya preparado esto...
—Espero que no sean flores y bombones —gruñó Stiles poniendo los ojos en blanco. Derek sonrió ampliamente.
—No, no, me los hubiera comido yo antes de que llegaras, y sé cuánto odias las flores.
—Buen chico —repuso palmeándole la cabeza, ganándose otra vista de las orugas enfadadas que hacían de cejas de Derek.
—No soy un perro.
—Ya sé, me gusta mirarte cuando mueves las cejas como tú sabes —dijo poniendo morritos, haciéndolo sonreír—. ¡Dime la sorpresa!

—Bueno pues... tengo dos vuelos a Orlando. Por si quieres venirte conmigo a Disney World.

***



En cuanto Derek le había dicho sobre su viaje a Orlando, Stiles casi se había desmayado de la emoción. Porque una cosa era que no fuera una chica y no quisiera que lo cubriera de detalles y flores, y otra muy distinta era que ahogara a su niño interior con responsabilidades y preocupaciones y le pidiera no reaccionar ante la emoción de ir a Disney World.
¡Joder, llevaba años queriendo ir! Su padre querría haberlo llevado, pero todo lo malo se fue sucediendo, y desde la muerte de Claudia Stilinski no habían parado los problemas. Y cuando vio que se suponía que era demasiado mayor, simplemente obvió que nunca lo había llevado. Pero Stiles seguía soñando con ir allí. Y por fin iba a ir, junto con el hombre de sus sueños y con un montón de dinero en la cartera que juraba gastar en todas las tonterías pudiera comprar.

Se encontraban en el aeropuerto esperando para irse a Orlando. Aún tenían que hacer noche allí, ya que salía a primera hora, y ninguno de sus amigos había podido -o querido, más bien- levantarse tan temprano para llevarlos.
Derek dormitaba con la cabeza apoyada en su macuto, procurando tener el oído pendiente a lo que el castaño hacía. Lo oía comer a dos carrillos, como si alguien fuera a arrebatarle la bolsa de patatas, y también era capaz de oír sus resoplidos cuando miraba el reloj cada dos segundos, viendo que el tiempo no avanzaba y empezaba a desesperarse.

—Stiles, no van a llegar las cinco por arte de magia. Duérmete un rato y se pasarán más rápidas las horas —murmuró Derek con somnolencia.
—Pero, ¿no ves que no puedo dormir? ¿Y si nos quedamos los dos dormidos? ¿Y si perdemos el avión?
—Tranquilo que no lo perderemos, tengo puesta la alarma. Soy un hombre lobo, oiré la alarma —gruñó poniendo los ojos en blanco.
—Pero...
—Stiles, descansa. Si no mañana no podrás montarte en nada.
—Ay, de verdad, con estos nervios no sé si me cago, si me estoy meando o si tengo hambre.
—¿Estás embarazado? —preguntó a modo de broma.
—Sí, será eso —rio entre dientes. Luego se mordió el labio y lo miró preocupado—. No quiero dar el espectáculo en el aeropuerto... ¿Y si tengo pesadillas?
—Tranquilo —susurró el moreno con media sonrisa—, yo haré que no tengas. —Stiles sonrió ampliamente y se acurrucó al lado de Derek, dejando que los brazos del mayor lo abarcaran y lo hicieran caer en un tranquilo sopor.

***

Apenas se había agitado en sueños, así que supuso que la emoción de ir a Disney World le había hecho olvidarse de las pesadillas, y aquello le hizo feliz. Al menos había podido descansar dormitando un poco contra la mejilla de Stiles, y cuando sonó la alarma, zarandeó levemente al castaño, que gruñó con disgusto.

—Nos tenemos que ir a Disney World, si no me voy yo solo, elige.

Aquello fue capaz de levantarlo en tiempo récord ante la atónita mirada de Derek, que rio entre dientes y cogió las maletas del suelo para ir a facturarlas.
Presentaron los documentos identificativos y pagaron para que se llevaran sus maletas hasta el interior del avión por una cinta transportadora de equipaje. Fueron luego al control de aduanas y tuvieron que quitarse todo lo metálico que llevaban: cinturones, anillos, el móvil... también colocar el equipaje de mano en los rodillos para que lo examinaran.
Una sonrisa se dibujó en la cara de la chica que hacía el control y miró a Stiles, que frunció el ceño poniéndose rojo como un tomate, avergonzado. Derek enarcó una ceja, mostrando una de sus orugas enfadadas, cosa que hizo gracia a Stiles. Éste se acercó a su oído.

—Es que puede ser que me haya traído las esposas para jugar por la noche —dijo distraídamente en voz baja para luego mirar a Derek. El hombre lobo lo contempló con hambre.
—Estoy deseando que sea la noche, entonces.
—Tranquilo lobito que acaba de empezar el día —bromeó cogiendo sus cosas y poniéndoselas de nuevo.

La espera en el aeropuerto después de haber facturado y pasado el control fue mucho más ligera. Stiles se había logrado aprender de memoria todo el plano del parque, y tenían cinco días para explorarlo entero. Estaba que no cabía en sí de emoción, y le recitaba a Derek los sitios que tenían que visitar con más urgencia, que eran prácticamente todos.
Cuando se metieron en el avión, el moreno le suplicó que lo dejara dormir, por lo que Stiles siguió estudiándose el mapa mientras Derek cabeceaba en el hombro de su novio, durmiéndose a los pocos segundos.

***

Nada más dejar el equipaje en su habitación, Stiles tironeó de Derek para empezar a recorrer el parque. Era apenas mediodía, así que almorzarían en algún restaurante, ya que tenían la pulserita de buffet libre en todos los del parque.
El castaño parecía un niño demasiado crecidito. Su novio no podía dejar de sonreír al ver la felicidad que destilaba el chico por sus poros. Comieron casi a contrarreloj, aunque llenando sus estómagos, para al menos ver una de las zonas del parque antes de que cerraran las atracciones.

Sólo les dio tiempo a montarse en dos cuando la cabalgata del parque salió a la calle, sorprendiéndolos a ambos y dejándolos anonadados ante tal espectáculo.
Estaban cansados por el viaje, pero nada más llegar a la habitación, Stiles pareció "despertarse", haciendo que el hombre lobo hiciera lo mismo y pospusieran ambos la hora de ir a dormir por un rato inaugurando la habitación.

***

Los días en Disney World fueron como un sueño hecho realidad. Compraron souvenirs para toda la manada y tuvieron que adquirir un calzado nuevo, porque al tercer día reventaron el que habían traído de Beacon Hills.
Se sentían cansados pero muy felices por aquello, ya que estaban disfrutando lo más grande del viaje, sobre todo Stiles. Derek lo había hecho todo por él y estaba tan contento de que el castaño estuviera tan pletórico que no podía dejar de sonreír.

Había subido fotos a Instagram, un álbum entero de la cabalgata a Facebook, las orugas enfadadas de Derek porque no quería salir en una foto, selfies de ambos, de todo lo que habían visto y visitado...
Aquel último día estaba siendo también emocionante, pero quizás Stiles estaba excesivamente nervioso. En cinco años que llevaban conociéndose, y cuatro de novios, jamás lo había visto tan nervioso, y eso era muy raro. Derek hizo caso omiso y siguió disfrutando del tranquilo paseo que estaban dando.

Por la noche se sentaron a contemplar la vista desde la cafetería en la que se veía todo el parque. Estaban tomándose un cubata tranquilamente, disfrutando de la brisa y lo que se podía contemplar desde allí. Derek miró con intriga a su novio.

—¿En qué piensas, Stiles? Llevas todo el día excesivamente raro.
—Es que... tengo un problema —murmuró cabizbajo.
—¿No te quieres ir? Yo tampoco cariño, pero no hay más remedio —bromeó el moreno.
—Bueno, aparte de eso —dijo riéndose—. Bueno... no sé cómo decirte esto.

Derek frunció el ceño, y las orugas hicieron su aparición de nuevo. No entendía ni la actitud de Stiles ni lo que apestaba a puros nervios, pero allí estaban, por primera vez el misterioso era el humano y el intrigado era el lobo.

—A ver... es que este viaje ha sido muchísimo, es decir, ha sido el mejor regalo que me ha hecho nunca. Te quiero con locura, que te quede claro. Y te agradezco tanto cómo eres conmigo, no tengo palabras porque te desvives por mí. Crees que no me doy cuenta, pero sé que eres el que hace que no tenga pesadillas, y que el Nogitsune no vuelva a mí. Eres mi panacea, y no sé qué he hecho para merecer que tú estés en mi vida, pero... no soporto algo —dijo sonriendo levemente.
—¿Qué?
—Te cuento que lo que vio la mujer de la aduana por el escáner no fueron las esposas. Fue otra cosa, y tiene que ver con lo que te voy a decir... No soporto que no seamos nada más. Sólo eres mi novio, pero es que yo quiero casarme contigo.

Las orugas casi desaparecieron bajo el flequillo que caía sobre la frente de Derek. Stiles sacó una caja, abriéndola y dejándole ver un anillo de acero gris con la fecha de aquel día y sus nombres grabados. Derek pasó sus ojos del anillo a la cara de Stiles, que seguía con una sonrisa enorme.

—¿Qué me dices? ¿Te casas conmigo o no? —preguntó sacando el anillo de la caja.
—¿Tú qué crees? Claro que sí, me casaré con mi humano —repuso con una sonrisa, echándose a reír cuando Stiles intentó ponerle el anillo y fallando en el intento, teniéndoselo que poner él mismo.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Me encantooo!! Dulzura infinita!!!

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