Mi rey

Título: Mi rey
Advertencias: Fiction M
PairingSterek



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El día de la coronación del rey Stiles, el primero de su nombre, estaba siendo un jolgorio para todo el reino. Se había declarado una fiesta nacional, y todo el mundo disfrutaba. Todos excepto el futuro rey, que contemplaba los ropajes que tenía frente a él, tan llenos de decoraciones que le mareaban.
¿Por qué había que aparentar tanto? Un rey podía ser tal cosa sin joyas, sin celebraciones y sin todo ese oro encima. Notó movimiento en la cama, junto a él, y un beso en el hombro le hizo sonreír de medio lado.
Giró la cabeza para contemplar los ojos verdes que tanto amaba. Eran tan transparentes que no sabía si se había enamorado de ellos o del alma que escondían.
La barba del hombre le irritó la piel del hombro más de lo que estaba, y dejó escapar una risa mientras sentía otro beso en el mismo punto. Stiles suspiró y buscó los labios del moreno, que lo besó con hambre y ganas, queriendo pausar el tiempo y que no se tuvieran que despedir hasta la noche.
—Buenos días, mi rey.
—Menos bromitas, y menos hoy —gruñó el castaño suspirando.
—Eras mi rey antes siquiera de que fueras príncipe, Stiles.
La prematura muerte de su tío, que no tuvo ningún primogénito, hizo que su padre, John IV, ascendiera al trono. Su padre había muerto recientemente, con lo que aquel día se coronaba como nuevo rey. Cosa que no le entusiasmaba para nada.
—Debes irte —murmuró el moreno jadeando, sintiendo escalofríos al notar cómo Stiles gemía con cada beso—. Tienes que prepararte para el ensayo de la coronación de esta tarde
—Derek, no quiero ir —se quejó colocándose a horcajadas sobre él.
—No eres un cobarde. —Las manos del moreno acariciaban sus costados, apretándolos y pegándolo a él.
—Sí lo soy —dijo en voz baja, perdiéndose en los ojos verdes de aquel que lo acompañaba en la cama.
—Yo no estoy enamorado de alguien que no puede enfrentarse a quién es.
—Te enamoraste de un príncipe cobarde. —Derek frunció el ceño, abrazándolo una vez más, besándolo en el cuello y subiendo sus manos por la espalda.
—Me enamoré del hombre más maravilloso que existe, y que tiene todo el reino a sus pies y aun así es capaz de amarme a mí —dijo con voz suave, besándolo de nuevo y separándose para mirarlo a esos ojos castaños que le dejaban sin habla, que ahora brillaban por sus palabras.
—Por descontado. Te amo Derek —susurró con media sonrisa, acariciándole el pelo con suavidad. Sus dedos se aferraron a éste, enredándose en sus hebras azabaches y provocando un suspiro de Derek.
Empezó a devorar los labios del castaño con avidez, para luego lamer su cuello y clavículas. Stiles se dejaba hacer, pasando las manos por los costados de Derek y gimiendo de vez en cuando, la lengua del moreno sabía dónde atacar.
Lo alzó un poco, notándolo dilatado del encuentro anterior. La noche había sido de las más apasionadas que habían tenido. El recuerdo de que la coronación era inminente hacía que Derek quisiera marcar aún más su cuerpo con su esencia.
Le dolía, claro que le dolía, el único lubricante que le ayudaba a que entrara era el semen que seguía en su interior. Derek siguió insistiendo y, al cabo de un rato acostumbrándose, el castaño le indicó que lo hiciera de una vez.
Aprovechó para besar el cuello de Stiles, que seguía con un grito mudo en el rostro de puro dolor, y terminó de adentrarse en su interior.
Comenzó a moverse, aunque la estrechez del castaño siempre lo hiciera dudar de que fuera a poder aguantar más de cinco segundos, y lo ayudó a moverse sobre él, lentamente, observándose con sendas sonrisas, ahogando suspiros en el cuello ajeno.
Sabía que no podía marcarlo en un lugar visible, por lo que mordió y succionó en el pecho de Stiles, que echó la cabeza hacia atrás y disfrutó de las lamidas que le daba Derek. Se aferró a su pelo azabache, levantándole la cabeza para besarlo con vehemencia. Un gimoteo que derivó a una contracción de todas sus entrañas hizo que Derek acelerara el ritmo, buscando el placer del castaño y el suyo propio.
Aceleró el ritmo de manera errática cuando vio a Stiles masturbándose, y con un gemido en voz queda terminó seguido instantes después por Derek, que se corrió en su interior escondiendo la cabeza en el cuello del príncipe.
***
La coronación fue más que multitudinaria. Todo el mundo estaba pletórico, pero Stiles torcía el gesto continuamente. Suspiró por enésima vez cuando el bufón hizo las gilipolleces que tenía que hacer para que le pagaran, y conoció a la chica con la que se iba a casar para unir dos reinos.
Por suerte, la chica era hermana de Derek, y sabía su affair con el moreno. Pero tendrían que darle un heredero al reino. Y aquello quebró la integridad de Derek, que se alejó de la fiesta y se dedicó a beber vino, botella tras botella, vaso tras vaso. Necesitaba ahogar esa sensación.
Los ojos de Stiles no se apartaban del moreno, que no podía dejar de pensar en su más que amado príncipe -ahora rey- yaciendo con su hermana Cora, haciendo que su corazón doliera ante aquella imagen.
La relación entre dos hombres estaba más que mal vista, pero no podía dejar de amarlo. Era incapaz de pensar en su mundo sin aquel rey, que en ese momento tenía una expresión de dolor por no poder ir a consolar a Derek.
***
Cuando terminó todo, se dirigió a su habitación. Se supone que dormiría con Cora para conocerse, pero necesitaba tiempo a solas. Oyó un golpe brusco en la puerta, lo que le sobresaltó, y fue abrir. Si fuera de su séquito preguntarían si pueden entrar y no esperarían que Stiles abriese. Se encontró con un tambaleante Derek, esperando en la puerta.
Poco después el moreno estaba sentado en el mullido sillón de los aposentos del rey y se tapaba los ojos con un brazo, la luz de las velas le daba de lleno y le molestaba.
—Derek, ¿qué ha pasado? —Le zarandeó inclinándose frente a él.
—¿No... ho... vessss? ¿La coronnnna te tapa los ojosss? —Zarandeó las manos en un vano intento por apartarlo de su cuerpo.
—¿Puedo preguntar por qué?
—Soy tan sólo... un amante —balbució.
—Derek, si esto tiene algo que ver con lo que has visto en la coronación... ¡es lo que quieren para mí, no lo que yo deseo!
—¡Ahí está el problema! —Se incorporó de golpe—. Todos mandan en tu vida, todos menos tú. Y aún menos, yo. —Cerró los ojos y se tambaleó un poco—. Me intento convencer que siempre he sabido que íbamos a romper, que no iba a estar contigo toda la vida. —Empezó a gesticular con las manos—. ¡Pero duele, claro que duele! Vas a casarte con mi hermana, y encima vas a tener que fecundarla. ¡Mi sobrino será hijo del tío que estoy enamorado! —Se quedó mudo de pronto y resopló con lágrimas en los ojos.
Se instauró un silencio incómodo entre ambos. Torció el gesto por la lástima que de repente le embargó, por ver a alguien al que creía fuerte y quería tanto así de frágil.
Derek se tapó la cara con las manos y empezó a convulsionar en sollozos. Algo fuera de lugar, Stiles se alejó, ordenando sus sentimientos, dejándole unos momentos a solas con sus pensamientos. Cuando se giró se dio un susto de muerte al ver de repente a Derek apoyando el cuerpo en el dosel de la cama.
—Siento haberme presentado así —dijo en voz baja mirando al suelo—. No debería haber venido y menos en este estado.
—Derek, no digas tonterías, puedes venir cuando quieras.
—Creo que me voy a ir —farfulló torpemente, pero cuando fue a abrir la puerta, el otro lo agarró.
—No voy a dejar que te vayas así, no si está en mi mano. —El moreno lo miró con dolor ignorando sus palabras.
—No sé qué he hecho para merecerme esto. ¿Tan horrible soy?
—Una persona horrible no sentiría lo que siente por mí, ¿sabes? —comentó después de subirle hasta su cama, sacarle los zapatos y hacer que se tumbara.
—De un modo u otro, lo soy. Siempre lo jodo todo —murmuró contra la almohada.
—Podrías no joder esto. —Stiles señaló a ambos, captando la mirada curiosa del otro.
—¿A qué te refieres?
—Simplemente déjame que te ayude, igual que tú me has ayudado a mí.
—Pero yo no te he...
Stiles lo interrumpió en medio de la frase con un beso. Se tumbó a su lado y siguió besándolo para que no pudiese hablar hasta que Derek se quedó dormido, con una lágrima luchando aún por descender mejilla abajo.
—No eres sólo un amante, Derek —susurró con dulzura, sonriendo con tristeza—. Por mucho que me obliguen a casarme, mi corazón sólo llevará tu nombre.

Suspiró acurrucándose contra él, colocando la cabeza en el cuello del moreno, cerrando los ojos y durmiéndose también.

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