San Valentín

Título: San Valentín
Advertencias: Algo normal, lo puede leer todo el mundo xD
PairingSterek


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Desde que empezó a salir con Derek, no había día en el que no discutiesen. En realidad le encantaba hacerlo, porque el mayor hacía un mohín gracioso y el que más se ofuscaba con la discusión era Stiles, aunque a los cinco minutos se olvidaba y volvía arrepentido por tener aquel mal humor tan explosivo.

Porque aunque el hombre lobo era el que peor humor tenía, era un gruñón y muy pocas veces sonreía, Stiles era más mosqueón que él.

El día de san Valentín, Stiles fue con la idea de comprar cosas para hacer de aquella noche algo especial. Había ido al sexshop buscando geles de masaje y unos polvos comestibles que se esparcían con una pluma. Se imaginó lo que harían con aquello y sonrió estúpidamente.

Compró más cosas que faltaban en el loft y volvió a casa antes de que Derek volviera de entrenar con la manada. Stiles iba normalmente con él y buscaba información con Lydia, pero aquella tarde no tenía ganas de ponerse a hacer cosas idiotas y que todos hicieran cosas útiles y él se dedicara a leer, ya que últimamente las cosas en Beacon Hills habían estado extremadamente tranquilas.

Decidió prepararle su cena favorita para hacerlo todo redondo, y cuando estaba ya metiendo la lasaña en el horno, oyó la puerta corredera abriéndose. Asomó la cabeza y vio a Derek entrando malhumorado con una mochila en el hombro.

—Hola —saludó Stiles acercándose a él. El moreno gruñó a modo de saludo y subió las escaleras—. Derek, a la cena le queda una media hora...
—Guárdamela para luego, ahora mismo no me apetece —espetó de mal humor.

Stiles se quedó con el ceño fruncido cuando el otro pegó un portazo al entrar en el cuarto. Resopló comenzando a sentir el mal humor crecer en su interior y apagó el horno, ya sin ganas de nada.

Se tapó con una manta en el sofá y se acurrucó, poniéndose una serie en la televisión para pasar la noche de San Valentín llorando porque su novio estaba de mal humor. O enrabietado porque pasaba de él: aún no sabía si estaba más triste o furioso.

Se puso a ver la televisión con el ceño fruncido, gesto que aprendió de su novio, y al cabo de media hora se había dormido, a pesar de que se moría de hambre.

No supo cuánto tiempo estuvo dormido, pero fue despertado por una pequeña caricia que lo espabiló un poco, aunque no completamente. Miró con los ojos semicerrados a Derek, que le sonreía de medio lado.

—¿Qué... qué pasa? —preguntó confuso.
—Feliz san Valentín —dijo el moreno dándole un beso.

Lo azuzó para que se levantara y tiró de él escaleras arriba. Aún somnoliento siguió a Derek hasta la habitación. Al entrar parpadeó varias veces acostumbrándose a estar despierto y vio un montón de velas esparcidas por la habitación y un montón de pétalos esparcidos al lado de la cama y encima de ésta. Stiles se giró sorprendido y lo miró con ambas cejas alzadas.

—¿Pensabas que se me había olvidado el día de san Valentín? —preguntó Derek con media sonrisa.
—Creía que habías tenido un mal día...
—Me da igual cómo haya ido el día si cuando vuelvo a casa estás conmigo. Siento haberte hecho pensar mal y que te hayas puesto triste pero quería darte la sorpresa.

Por toda respuesta, Stiles lo besó intensamente con una sonrisa y le pasó los brazos por el cuello, pegándolo a él. Derek se dejó querer un buen rato hasta que se separó de él feliz y le acarició la mejilla.

—¿Me has preparado lasaña?
—Eso pretendía —admitió Stiles—, pero como estaba enfadado no la he calentado.
—Puedes ponerla mientras hundimos un poco el colchón.
—Una manera muy sutil de sugerir que follemos mientras —dijo el castaño divertido, y bajó las escaleras seguido de Derek. Puso el horno y el minutero y miró sonriendo a su novio—. Yo también tengo un detalle para ti.

Fue a por la bolsa que había escondido y le enseñó tanto el gel de masaje como los polvos comestibles, provocando la sonrisa del moreno.

—Los polvos los dejamos de postre, pero ahora si te puedo masajear si quieres —comentó con voz sugerente.
—Me parece perfecto.

Derek lo cogió en brazos, dejando que las piernas de Stiles rodearan su cintura para subir las escaleras así, sin dejar de mirarse. Por mucho que pelearan, que se llevaran mal y que tuvieran sus roces, sabían que al final del día volverían a estar bien, porque sabían que estaban hechos el uno para el otro, en lo bueno y en lo malo.

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