Nietos lobo

Título: Nietos lobo
Advertencias: Fiction K
PairingSterek & Destiel




- - -

—¿Quieres decirme de una vez cuál es la sorpresa que me tienes preparada? —preguntó el chico castaño, de mal humor.
—¿Me puedes dejar sorprenderte, por una vez? —repuso el que conducía por aquel paisaje que resultaba tan familiar para ellos.
—Derek... —murmuró Stiles—. Sabes que odio las sorpresas.
—¿Y quién dice que sea sorpresa, eh? Llevo desde Nuevo México diciéndote que vamos a la fiesta de tu cumpleaños, eso no es sorpresa.
—¿Y por qué tenemos que ir a Beacon Hills? Con lo cómodos que estábamos en México los dos juntitos... abrazados... tan solitos.
—Ya, pero tú no tienes a un cazador y a un ángel amenazándote con matarte si no llevo a su hijito a la fiesta que le han preparado. Cas no ha sido tan insistente, pero Dean me puede matar. Es más, ya casi lo hizo cuando nos pilló.
—Lo malo de salir con un Winchester —repuso Stiles con una gran sonrisa.
—A mí no me hace gracia que tu padre tenga una bala de plata con mi nombre, ¿lo sabías? Prefiero... no sé, una taza personalizada. Algo que no me cause un dolor tan grande. Tampoco es que pida mucho, ¿no?
—También dijo que te metería acónito por el culo...
—Definitivamente, me cae mejor Cas. Si me odia, no se le nota tanto —repuso Derek hablando del suegro más simpático que tenía.
—Dean no quiere que salga con un hombre lobo... —empezó a decir el castaño, encogiéndose de hombros—. Un cazador no puede olvidar que lo es, parece que no conozcas a la gente como mi padre.
—Desgraciadamente los conozco muy bien, pero debería entender lo que siento por ti joder, ¡su hermano sale con Isaac! —farfulló molesto.
—No tiene tanto poder sobre mi tío... además que yo creo que lleva mejor que el que dé sea Sam, que un lobo se folle a su hijo por el culo...
—¿Cómo coño sabes que es Isaac el que recibe? —preguntó Derek asqueado.
—Es de mis mejores amigos. Además, no se corta a la hora de contar sus intimidades a gritos... —El hombre lobo lo miró haciendo una mueca—. Deberías ver la cara de Dean cuando lo oye. Es genial.
—Espero que tú no seas como Isaac. Cada vez me dan más ganas de huir a otro continente.
—Mentira. Si te fueras me dejarías aquí, y un lobo no puede vivir sin su lazo. Y lo comprobaste cuando te fuiste con Braeden —murmuró con amargura.
—Por eso volví la noche siguiente a dormir a los pies de tu cama.
—Menudo susto me pegaste —recordó Stiles con media sonrisa—. Creo que es lo más romántico que alguien ha hecho por mí.
—Eso dice mucho de tus antiguos pretendientes... ¿y es conmigo con quien tiene el problema Dean? Si soy lo mejor que te ha pasado en la vida.
—Que yo lo sepa no quiere decir que él lo entienda, ¿sabes?
—Lo sé, lo sé. A veces deseo que tu padre no fuera cazador. Luego recuerdo que se desvive por tu seguridad, y que me permite entrar en su casa, y le tengo menos asco.
—Procura tener tacto esta vez. Le tenemos que dar la noticia, y no creo que vaya a agradarle mucho... —murmuró Stiles apretando los labios. Derek suspiró y asintió, sabiendo que seguramente su entrepierna sería cortada y servida en la fiesta de cumpleaños de su novio.

Miró a Stiles y vio la pequeña sonrisa que el castaño le dedicaba, y no podía estar triste después de eso. El humano era especialista en animarlo, y no quería que por su estúpida preocupación se enturbiara su fiesta de cumpleaños. Sería un momento para recordar, para lo bueno y para lo malo, aunque esperaba que fuera por lo bueno por lo que se recordara.

***

—¡Papá! ¡Deeeaaaan! ¡Caaaas! —gritó Stiles entrando, seguido de Derek, cargado de maletas.

Las dejó en el salón, mientras que el castaño iba por la casa llamando a gritos a sus padres. Hizo un mohín cuando no los encontró. Subieron al cuarto del chico, por fin mayor de edad, y deshicieron la maleta que llevaban con ropa de los dos para quedarse esa semana.
No supieron cómo, pero Derek era capaz de encenderse con el olor de Stiles en unos segundos, sobre todo desde que el aroma había cambiado tanto. Aquello lo excitaba aún más.
Las manos del moreno se aventuraban metiéndose por dentro de la ropa de Stiles. Estaban apoyados en una de las paredes del cuarto de Stiles, y el aroma del castaño había hecho que sus ganas del otro crecieran exponencialmente.

—Lo siento cariño pero es que estás tan irresistible... —jadeó Derek lamiendo su clavícula y apretando su costado.
—Joder —gimió notando la erección del moreno frotándose contra su pierna.

Derek sonrió de medio lado, desvistiéndolo de cintura para abajo, y le embistió contra la pared, haciéndolo gemir. Stiles rodeó la cintura del chico con las piernas, y éste se bajó los vaqueros.
Las uñas de Stiles estaban marcándole el cuello pero no le importaba en absoluto, el placer lo estaba obnubilando y sentía que sus sentidos se estaban colapsando. Escuchó al castaño gimiendo mientras se mordía el labio, intentando silenciarse. Gruñó desde el fondo de su garganta y se corrió aferrándose al cuerpo del otro, que tenía los dedos crispados en los hombros de Derek.
Lo dejó en el suelo, y Stiles se sostuvo a duras penas. Se colocaron la ropa, y Derek se secó la frente con la camiseta.

—Tenemos que dejar de encendernos tan rápido —repuso Stiles riéndose.
—No creo que sea nada malo —comentó Derek yendo al baño y echándose agua del lavabo.
—No, pero da gracias a que mis padres no estuvieran. —El moreno se tensó, y puso una mueca.
—Acaban de llegar. Disimula, por mi entrepierna. —Stiles se echó a reír y ambos bajaron las escaleras para saludar a Castiel y a Dean, que llegaban con la comida del cumpleaños de Stiles.

Soltaron las cosas en la cocina y repartieron saludos, algo fríos por parte de Dean a su yerno, pero muy cálidos cuando se trataba de saludar a Stiles.
No sabía muy bien cómo es que dos hombres pudieron concebir a un niño, pero allí estaba Stiles, que era la viva imagen de los dos -o algo así. Sólo sabía los cuentos que le había dicho Castiel a su novio, que eran de que dios le había permitido crearlo, pero a Derek le parecía una milonga.
Y más milonga le parecía después de descubrir que los hombres lobo tenían más poderes de los que parecía, y lo habían descubierto juntos.

—Veréis... antes de la fiesta tenemos que deciros algo —interrumpió Derek a la retahíla de historietas que Dean le contaba a Stiles. Frunció el ceño y luego enarcó una ceja.
—Habla, chucho.
—Papá... —resopló Stiles algo harto de la hostilidad del cazador a su pareja—. Hablaré yo, Derek.
—¿Estás seguro? ¿Puedo irme a la puerta? —Dean lo miró enfadado, y luego miró a Stiles, y fue a abrir el cajón donde guardaba una pistola en la cocina -aunque pareciera una locura, le había servido en otras ocasiones.
—Dean —le riñó Castiel, poniendo los ojos en blanco.
—Si él dice eso, SABE que va a morir hoy.
—Papá, como vuelvas a amenazar al padre de mi hijo delante de mí, pienso irme.

Lo había dicho sin querer, dejándolos a todos helados en el sitio, pero Stiles alzó la barbilla. Ya las cartas estaban sobre la mesa, por lo que alzó la barbilla y apretó los labios, esperando la reacción de sus padres.

—¿Hijo? ¿Padre... de... tu hijo? —espetó Dean como si escupiera cada una de las palabras. Miró a Stiles con los ojos inyectados en sangre, como si fuera a estrangularlo, a lo que Derek rugió, colocándose frente a su pareja, protegiéndolo.
—Ni se te ocurra —gruñó con voz grave el hombre lobo a medio transformar.

Notó las manos del castaño masajeándole la espalda, tocándole el pelo, buscando relajarlo, tranquilizarlo, que volviera a ser el Derek humano. El Derek lobo tan sólo empeoraría las cosas.
El moreno volvió a su estado normal y abrazó a Stiles, protegiéndolo en su agarre. Miró mal a Dean, al que Castiel sostenía a duras penas.

—¡¿En qué cojones estabais pensando?! —gritó el rubio fuera de sí.
—Dean —repuso en tono de reproche su marido—, ¿nosotros pensamos en algo el día que supimos de la existencia de la célula Stiles?
—No, pero esto es diferente. No era una aberración.
—Claro, porque es muy normal que un cazador humano y un ángel follen —dijo Stiles de mal humor—. Vamos a tener cachorros, te guste o no. Me gustaría que los cachorros tuvieran abuelos, pero si no es bienvenido Derek en esta casa, ni ellos ni yo lo seremos tampoco.

Un silencio tenso se instauró en la habitación, hasta que Dean resopló como si luchara con una fuerza sobrehumana, y miró derrotado a su marido, que le sonrió de medio lado, intentando que animara esa expresión.


—No va a ser tan terrible tener nietos lobo, Dean. Anima esa cara —comentó Cas con una risa, yendo a abrazar a su hijo y a Derek.

Comentarios

Entradas populares de este blog