Wolfsbane

Título: Wolfsbane
Advertencias: Fiction K
PairingSterek




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Agente Hale, tenemos un nuevo homicidio —anunció una voz por el interfono.
—¿De qué se trata?
Su compañero le informará de todo mientras os dirigís hacia allí.
—Perfecto, gracias Sally.

Se levantó rápidamente cogiendo su gorra y ajustándose su defensa y la funda del revólver que llevaba en el cinto. Cogió aire, como siempre hacía, y salió de su despacho. Su compañero le sonrió nerviosamente mientras se colocaba la gorra sobre su pelo castaño. Ese día tampoco se había peinado.

—Hola Derek, asunto feo el que nos atañe —comentó mientras iba hacia el coche. El chico era delgaducho y espigado, pero rápido y silencioso como ningún otro.
—¿Otro cadáver igual...? —preguntó casi con miedo.
—Encadenado y con numerosos cortes, según me ha dicho la policía científica. Se ha desangrado como todos los demás. Y tiene acónito en la garganta.

Derek resopló mientras su compañero arrancaba el coche. El asesino lo conocían como "Wolfsbane", porque todas y cada una de las víctimas aparecían con restos de aquella planta en la garganta, no ahogándose con ella pero sí aturdiéndolos mientras lo asesinaba. Aquella manera de actuar le ponía los pelos de punta, pero estaba asignado al caso. Tenía que aguantarse y soportar aquellas barbaridades que le revolvían el estómago, incluso al más fuerte.

Llegaron al cordón policial y lo traspasaron tras enseñar las placas, encontrándose con el forense dando órdenes encolerizado. Se acercó a él, ya que era un viejo amigo de su familia, y le tendió la mano.

—Caray Boyd, ¿qué ocurre? Nunca te había visto tan alterado.
—Hola Derek, es que... la policía científica ha descubierto algo.
—¿De qué se trata? —preguntó el moreno con curiosidad. Por toda respuesta, su amigo comenzó a caminar hasta una parte donde todos los científicos trabajaban. Uno se les acercó con una bolsa de plástico.
—Éste es el agente Hale; ella es la doctora Martin, que encontró ésto —le explicó mostrándole lo que había en la bolsa: una nota.

"135 Rd VerNein Boca"

—¿QUé significa eso? —inquirió su compañero. Derek miró aquellos ojos castaños llenos de curiosidad.
—Es un rompecabezas, Stiles. 135 de la calle Vermouth... vamos —le dijo al chico de su lado, y ambos fueron hacia donde la nota les indicaba.

***

Prefirió no llevar refuerzos porque con la fuerza de Derek y la sutileza de Stiles para moverse sin ser detectado era más que suficiente para entrar e investigar un poco. Iban andando sigilosamente hasta que el castaño se paró y lo llamó a sus espaldas.

—Derek... —murmuró Stiles, provocando que el otro se parara abruptamente.
—¿Qué pasa?
—Aquí no hay nadie... Bueno sí, nosotros.
—Pero es la dirección que nos ha puesto como pista Wolfsbane.
—Bueno, es que... yo soy Wolfsbane —soltó antes de que el moreno notase un pinchazo y se desplomara en el suelo.

***

Cuando recuperó el conocimiento, Derek estaba atado a una gran verja metálica, con sus manos esposadas hacia arriba. Entró en pánico al darse cuenta que, como muchos otros antes que él, iba a morir irremediablemente. Luego recordó la confesión que oyó antes de desvanecerse.

Stiles, su compañero, su confidente, más que un colega de profesión era su mejor amigo... era un asesino, aquel que les había quebrado la cabeza y que mataba tan cruelmente... Gritó con todas sus fuerzas de pura agonía, y notó las lágrimas cayendo por su rostro. Tenía frío, y es que Wolfsbane -Stiles-, lo había desnudado de cintura para arriba con tal de degollarlo como a un cerdo.

—Derek —lo llamó Stiles. El otro levantó la vista, mirándolo con furia.
—No te atrevas a llamarme por mi nombre.
—Agente Hale, pues. Eres muy inteligente, ¿sabes? No tardaste en averiguar qué era la pista que dejé... pero fuiste tan tonto de no pedir refuerzos... gracias.
—Pero... ¿por qué? Joder Stiles, eras un buen chico...
—Era un cero a la izquierda, Derek. Perdón, agente Hale. Nadie me respetaba, era el hazmerreír de la comisaría.
—Yo sí te respetaba.
—Por eso me enamoré de ti, tontorrón —dijo con media sonrisa—. Eras el único que vino al entierro de mi padre, y no... no sabes lo que te quiero, Derek Hale. Pero tenías que empezar con esa puta de Kate... que siempre me hace burla en la oficina y no sabe ni cómo poner unas esposas... No quería llegar a esto, de verdad que no, pero me has obligado.

La confesión del castaño lo había dejado sin palabras. Joder, Stiles estaba enamorado de él y Derek sin darse cuenta. Y por ser idiota (y porque Stiles era un jodido psicópata), al no haber notado los sentimientos del chico, se había condenado a sí mismo, ahora iba a morir. Empezó a respirar con dificultad por el ataque de pánico.

El castaño sacó un cuchillo del tobillo, donde pudo ver la funda donde lo había estado ocultando todo el tiempo. Stiles se acercó a él y le acarició el torso con deleite, para luego subir la mirada y encontrarse con los ojos verdes del otro, que estaban llenos de lágrimas.

—No lo hagas, Stiles... —suplicó notando cómo sus mejillas se mojaban. Había empezado a llorar otra vez.
—Algo tan bello no debería llorar... —susurró el castaño más para sí mismo, y se colocó el cuchillo en su brazo izquierdo, ahondando en su piel y haciéndose un corte vertical, para que no quedaran dudas de que quería morir—. Algo tan hermoso no debería morir —murmuró con ojos vidriosos y metiendo su mano ensangrentada por la sangre que le caía de la herida. Sacó acónito y se lo metió en su propia boca.

Derek lo miró atónito, y más sorprendido se quedó cuando Stiles se acercó a él y lo besó apasionadamente. Parte del acónito acabó en la boca del moreno junto al sabor de la sangre de Stiles, pero antes de poder escupirlo, sintió el cuchillo hundiéndose en su piel.

Una vez.

Otra.

Y otra.

—Esto pasará a la historia —dijo Stiles mirándolo con los ojos cada vez más vacíos, símbolo de que su vida se acababa. Derek boqueó al sentir el cuchillo rajar su interior, mientras mantenía la mirada en los orbes castaños de Stiles—. Somos como Romeo y Julio, amantes desdichados.
—Yo... yo no te quiero. Me das asco —gruñó Derek como sus últimas palabras.

Stiles se apartó del cuerpo inerte del moreno, con los ojos abiertos de par en par, sintiéndose cada vez más adormilado.Iba a morir allí, contemplando a Derek, el que había decidido que antes de morir se aseguraría que Stiles fuera desgraciado, sabiendo que no lo amaba como el chico lo había querido.

El castaño se dejó caer junto a la valla, al lado de Derek. Alzó la vista cada vez más cansado y sonrió con tristeza.


—Hubiera sido el amor de tu vida, si me lo hubieras permitido... —suspiró antes de cerrar los ojos del todo.

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