Speak up - 1

Cuando estaba a solas, tarareaba. No tenía sentido alguno la melodía que sus labios emitían, pero le gustaba escucharse cantar. Era el único sonido que en once años oía de sí mismo. Aquel canto se cortaba en cuanto oía lo más mínimo, temeroso de alzar la voz y que lo oyeran.
Desde que entró en la facultad, en los dormitorios comunes, era bastante difícil encontrar un momento a solas. En su cabeza sonaba aquella canción, ya que no podía tararearla, y se contentaba con aquello. Muchas veces salía a dar paseos, y una vez alejado de cualquier tipo de ser vivo, volvía a tararear.
Era como su mantra, lo relajaba, y le recordaba que seguía teniendo voz. Pero no quería usarla. 
Sus sentidos se habían afinado a lo largo de los años con ese silencio autoimpuesto, por eso oía a la gente acercarse, lo que le hacía callar. No molestaba, y aunque en el instituto aquello hiciera que algunos la tomaran con él, en la universidad no molestaba a nadie, y nadie lo molestaba a él. Muchos lo saludaban, porque ante su mudez suscitó cierto interés por saber su nombre, y sabían quién era, y él agitaba la mano con una sonrisa. Era respetado, y sobre todo, respetaban su silencio.
O casi todos.
—¡Mudito, quita de en medio! —oyó que le decían, pero también percibió algo directo a su cabeza, pero lo esquivó con precisión, mirando confuso de dónde procedía.
Los alumnos que gracias a las becas conseguían plaza en la universidad eran numerosos, pero los más molestos eran los del equipo de béisbol. Los que fueron grandes estrellas del equipo del instituto, ahora eran peces pequeños en una pecera gigante. Se sentían insignificantes. Pero se libraban de su desgracia fastidiando a los que no tenían manera de defenderse. O escogían de blanco a Stiles.
El chico apretó los labios, poniendo los ojos en blanco y recogiendo la pelota de béisbol que le habían tirado. Mientras estaba cerca del suelo, oyó de nuevo un silbido acercarse, sin poder reaccionar a tiempo. Pero un golpe sordo lo sobresaltó, y no notó ningún golpe en su cuerpo. Al mirar, vio a otro jugador de béisbol con un bate en la mano. Lo observó confuso, mirando al otro lado y viendo como uno de los idiotas se frotaba el brazo dolorido.

—¿Qué coño haces, Hale?

—Batear, algo que me diferencia de ti. ¿Desde cuando no sales a jugar? Oh, nunca —gruñó quitándole la primera pelota de béisbol a Stiles de la mano.

—Normal que salgas a jugar, eres el favorito del entrenador, la pregunta que tengo es cómo es que te tiene tanto cariño... puede ser porque después de los entrenamientos te quedes un rato más en el vestuario "hablando" con él —dijo el otro haciendo el gesto de las comillas.
—Preferiría eso a limpiar el banquillo con el culo, parece que el experto eres tú. Ahora lárgate.
El otro resopló con irritación, pero decidió quitarse de en medio ante la insistente mirada del que portaba el bate, que fruncía el ceño esperando a que desapareciera. Luego miró a Stiles, que se puso de pie mirándolo con desconfianza.
Luego lo miró con sorpresa, pues le habló por lenguaje de signos.
"Espero que estés bien".
Stiles estaba un poco boquiabierto, para luego ponerse la punta de los dedos con la palma abierta, extendiéndola hacia el otro chico.
"Gracias".
Asintió con seriedad y se giró, pero Stiles lo agarró del brazo para pararlo. Le preguntó por lenguaje de signos su nombre.
—Soy Derek —dijo mientras lo deletreaba con las manos—. Sé que no eres sordo pero quería que supieras que hablo lenguaje de signos. Por si un día quieres charlar.
Stiles sonrió de medio lado, mientras que Derek se marchaba asintiendo levemente.
***
Le alegraba que alguien se interesara por lo que tuviera que decir, pese a que no quisiera emitir sonido. Era un alivio que lo pudieran entender gracias al lenguaje de signos, el cual llevaba aprendiendo desde que dejó de hablar.
Estaba solo en la habitación, mientras tarareaba en voz baja. Se dedicaba a jugar al ordenador mientras esperaba que actualizaran los apuntes de clase de la semana siguiente, hasta que oyó una notificación en su teléfono, del Facebook.
Era una solicitud de amistad del chico que le había defendido horas antes. Enarcó una ceja.
Aceptó y entró en su perfil, viendo su foto principal, que era con una chica en silla de ruedas que esbozaba una sonrisa enorme. Era contagiosa, ya que siguió observando su información con una leve sonrisa.
Había trabajado como voluntario en una residencia de chicos con problemas de aprendizaje, y era algo que parecía hacer todos los veranos.
Vio que le hablaba por el messenger, y abrió su conversación.
Derek Stiles

Gracias por aceptarme

No sabía si era algo estúpido por mi parte porque apenas tenemos un par de clases juntos
Tenía entendido que ibas un curso por delante
Me quedan asignaturas pendientes, y un par de veces te he pedido apuntes...
Espero que te hayan ayudado en esas asignaturas 

Son bastante buenos

Lo que quería decirte era que si alguno de aquellos idiotas te dicen algo más, me gustaría saberlo
Me las puedo aviar solo, gracias

Me gusta recordarles que no es el instituto, y no es un sitio para maltratar a nadie

No pretendía sonar como que voy a ser tu guardaespaldas
Se les pasará; a todos los que han hecho eso durante lo largo de mi vida han terminado olvidándome y dejándose de meterse conmigo

El ofrecimiento está hecho

Cuídate, me voy a entrenar un rato
Stiles sonrió mientras cerraba la conversación, contento de que alguien enseñara tal amabilidad con libertad y sin importar que otros pudieran tomarla con él. Estaba bien disfrutar de aquella faceta que muy pocos tenían.



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